Opinión en Revista Capital - Nuevos paradigmas para una sociedad que envejece
El envejecimiento de la población mundial se acelera a un ritmo sin precedentes. Para el 2050, el 17% de los habitantes del planeta tendrá más de 65 años, proceso que Chile vive con especial rapidez. Un indicador de este fenómeno son los años que los países se demoran en triplicar su población mayor de 65 años. A Francia, por ejemplo, le tomará 157 años llegar a esa condición. El 2022, el 21% de su población será mayor. A EE.UU. le tomará 89 años (2033), a España 81 años (2028). A Chile sólo le tomará 42 años (2041) (Un mundo que envejece: 2015, oficina de Censo de EE.UU.).
La última Casen (2015), señaló que Chile tiene una población mayor de 60 años de 3.075.603, lo que representa el 17,4% del total de habitantes. Las cifras y los hechos nos llevan a concluir que es fundamental romper los paradigmas tradicionales y comenzar a mirar la llamada “revolución de la longevidad” como una oportunidad para el país, su economía, su desarrollo social y sobre todo, la conformación de sus políticas. Es cosa de ver nuestra historia. Hasta hace poco, las personas mayores eran tratadas como beneficiarias de la asistencia social. Ahora que estamos ad portas de la ratificación de la Convención Interamericana de DD.HH. de las personas mayores, comenzarán a ser concebidas como sujetos de derecho. Antes se le trataba a este segmento como discapacitados, incapaces, mientras que actualmente se impulsan procesos de autonomía. Tanto así, que según la encuesta de calidad de vida PUC-Caja Los Andes (2016), el 75% de los adultos mayores prefiere tomar sus propias decisiones sobre cuestiones cotidianas, elegir cómo pasar su tiempo libre y sentir que su familia respeta su decisión.
Chile está evolucionando… Antes se pensaba que los roles sociales que este grupo podía desempeñar eran restringidos, en cambio ahora se ha visto que las personas mayores tienen oportunidades para desarrollarse como individuos y contribuir a la sociedad. Son cada vez más los que se mantienen activos, pasando la tasa de ocupación el año 1990 del 20,9% de las personas mayores de 60 años al 28,7% en el año 2015 (Casen, 2015). Hoy el 19,4% de los que tienen más de 65 años (edad legal para la jubilación) continúa participando del mercado laboral. Antes se producía una segregación generacional en la vida privada y pública, al considerar a las personas mayores como sujetos dependientes. En cambio ahora se fomenta la solidaridad generacional como un proyecto de largo plazo. En Chile, el 85,5% de las personas mayores son autovalentes y las podemos ver en múltiples actividades, desde el emprendimiento, realizando acciones de voluntariado y participando del debate de las políticas públicas. De hecho, son el grupo etario con mayor tasa de participación en organizaciones sociales, un 34% de las personas mayores de 60 años participa en alguna de ellas. Es por estos nuevos paradigmas que los tomadores de decisiones al interior de las empresas, para el diseño de productos y servicios; los actores clave en la elaboración de políticas públicas; los alcaldes y la institucionalidad en general debe tomar en cuenta que los 60’ del siglo XX, no son lo mismo que los 60’ del siglo XXI. El mundo cambió y nosotros debemos cambiar con él.
La última Casen (2015), señaló que Chile tiene una población mayor de 60 años de 3.075.603, lo que representa el 17,4% del total de habitantes. Las cifras y los hechos nos llevan a concluir que es fundamental romper los paradigmas tradicionales y comenzar a mirar la llamada “revolución de la longevidad” como una oportunidad para el país, su economía, su desarrollo social y sobre todo, la conformación de sus políticas. Es cosa de ver nuestra historia. Hasta hace poco, las personas mayores eran tratadas como beneficiarias de la asistencia social. Ahora que estamos ad portas de la ratificación de la Convención Interamericana de DD.HH. de las personas mayores, comenzarán a ser concebidas como sujetos de derecho. Antes se le trataba a este segmento como discapacitados, incapaces, mientras que actualmente se impulsan procesos de autonomía. Tanto así, que según la encuesta de calidad de vida PUC-Caja Los Andes (2016), el 75% de los adultos mayores prefiere tomar sus propias decisiones sobre cuestiones cotidianas, elegir cómo pasar su tiempo libre y sentir que su familia respeta su decisión.
Chile está evolucionando… Antes se pensaba que los roles sociales que este grupo podía desempeñar eran restringidos, en cambio ahora se ha visto que las personas mayores tienen oportunidades para desarrollarse como individuos y contribuir a la sociedad. Son cada vez más los que se mantienen activos, pasando la tasa de ocupación el año 1990 del 20,9% de las personas mayores de 60 años al 28,7% en el año 2015 (Casen, 2015). Hoy el 19,4% de los que tienen más de 65 años (edad legal para la jubilación) continúa participando del mercado laboral. Antes se producía una segregación generacional en la vida privada y pública, al considerar a las personas mayores como sujetos dependientes. En cambio ahora se fomenta la solidaridad generacional como un proyecto de largo plazo. En Chile, el 85,5% de las personas mayores son autovalentes y las podemos ver en múltiples actividades, desde el emprendimiento, realizando acciones de voluntariado y participando del debate de las políticas públicas. De hecho, son el grupo etario con mayor tasa de participación en organizaciones sociales, un 34% de las personas mayores de 60 años participa en alguna de ellas. Es por estos nuevos paradigmas que los tomadores de decisiones al interior de las empresas, para el diseño de productos y servicios; los actores clave en la elaboración de políticas públicas; los alcaldes y la institucionalidad en general debe tomar en cuenta que los 60’ del siglo XX, no son lo mismo que los 60’ del siglo XXI. El mundo cambió y nosotros debemos cambiar con él.
Por: Pablo Pizarro Giadach, Director de Planificación de Fundación Oportunidad Mayor.
Fuente: Revista Capital Nuevos paradigmas para una sociedad que envejece
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